julio 28, 2007

Fragmento (II)

Aquí otro fragmento de esto que no es ni cuento ni novela.


¿Será que eres demasiado romántico? Te preguntas. Esta ciudad no soporta a los románticos, los tacha de cursis, de débiles, y los exilia en la indiferencia, que es lo peor. El enojo, la conmiseración, la lástima, cualquiera de estas palabras implican un sentimiento, una atención de por medio. Pero la indiferencia es otra forma de matarte.

Te preguntas por qué te matan de esta forma. Te das cuenta que te faltan agallas, huevos, ¡chingada madre! ¡Te faltan huevos! Para aceptar que mientes, que en realidad sí sabes con quién está.

Entonces habría que aceptar que ahí también te hicieron falta huevos, porque lo viste, en la esquina de Madero y Gante. Él iba con una mujer, era otra pero como si fuera Ella. Aceptar que entonces te faltaron huevos, sólo eso, porque en verdad tenías todo el deseo de arremeter contra el canalla mítico y tumbarlo de un derechazo, patearlo en el suelo hasta que alguien más interviniera y entonces terminar con una amenaza o advertencia aderezada con el dedo índice. Pero en lo que pensaste todo esto él dio vuelta en la esquina y dejaste, una vez más, que todo te rebasara, dejándote varado, sin bogar más que hacia adentro del instante que florece y se cristaliza.

Te retiras apenas recobras el sentido, tratando de convencerte de que hiciste lo correcto porque no estás seguro (de hecho no tienes nada confirmado) de que él sea Él, así, con mayúscula. Pero tarde o temprano, más tarde que temprano, más allá que acá, más lejos de la oratoria que de lo escrito, y aun más arriba que la escritura, te darás cuenta de que ahora mismo también te faltaron huevos, que eres muy romántico y quizá por todo esto te han matado, te han dicho que no eres eso que creíste ser. De qué servirán esas caminatas de solitario por el Centro Histórico, si cuando mueras nadie entenderá tu leit motive.

1 comentario:

r_e_f dijo...

Chido blog. Recien salido del horno! Nos vemos, te estaré leyendo también...