I
La exitante peligrosidad
de las calles nocturnas
de esta urbe en ruinas
eriza mis vellos
congela mi sangre
y acelera mi pulso
me empuja... ¿o me jala?
no lo sé
pero busco refugio
en aquella vieja construcción
donde un inmenso hombre de marmol
me mira hacia abajo
siempre Él tan casto
como si en realidad gozara el dolor
como si las espinas, clavos y latigazos
no hubieran derramado suficionete sangre
me mira sin languideser
y de pronto lo sé:
Él no sólo ve una lágrima
Él en verdad sabe por qué lloro
esto me hace sentir tan soez que
me empuja... ¿o me jala?
no lo sé
pero no puedo permanecer más
y tengo que pernoctar
junto al inmenso portón de madera
ya desvencijado por balas perdidas
y roído por las ratas
que son las únicas que se sirven
de esta ruina de fe.
II
Ya aquí
acurrucado como un feto
irónicamente para protegerme
le ruego al señor bombardero
que llega veloz e imponente
con sus alas metálicas de justicia
que deje car la bomba
justo en mi cabeza...
y la ha soltado
III
Pero cayó un par de calles al norte
del aposento del señor de marmol...
...
...Primero el clásico ensordecedor silencio
...Luego un estruendo
como el rugir de un león
aunque no recuerdo bien cómo es eso
...El temblar del suelo
...El crujir de los tabiques
...El tintineo de las ventanas al quebrarse
...Uno que otro grito de terror
...Por último el deslumbrar del fuego
y su fraternal y cálido abrazo
que me envuelve.
abril 05, 2008
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