junio 06, 2008

Cuento del tercer lugar...

Sintaxis

Sabía que estaba muerto. Tenía dos balas en el estomago y una más en el pecho, casi llegando al hombro. Nadie sobrevive a eso. La pregunta era: ¿Podría utilizar las últimas fuerzas para emparejar las cosas?

Antes de desmayarme pude ver que Luis estiraba el brazo para coger su arma.
Como yo caí primero (un costalazo sobre mi hombro derecho que me dolió más que los balazos) mi perspectiva me permitió observar cómo él se hincaba lentamente, miraba sus manos ensangrentadas y en seguida caía de frente, salpicando gotitas de sangre y sudor.
Cerré por un momento los párpados. Nadie se acercaba, sólo había frío y silencio. Me imaginé en una película del viejo oeste. No supe si fueron segundos u horas, pero un movimiento quejumbroso me hizo mirar. La mano de Luis parecía una araña sanguinolenta acercándose peligrosamente a la pistola.

¿Alcanzaría el arma? Y si así fuera ¿tendría fuerzas para alzarla, apuntar y jalar el gatillo? Por su puesto no se quedaría la pregunta en el aire, sino que lo intentaría hasta el último aliento.
Todo fue tan rápido. Caminaba por Donceles de regreso a mi carro después de unas chelas en el Cultural Center. Nos vimos a lo lejos, me gritó: «!Ya valiste madres, pinche traidor!» No tardé en corregirlo: «!Ya valimos! Querrás decir.»

“Ya valimos”, había corregido. Entonces Luis alejó de un empujón a sus amigos. A mí me valieron madres los míos y lo primero que hice fue sacar la pistola. Siete u ocho valazos sumando lo de ambos. Terminamos tumbados a las dos de la mañana a media calle, aun medio pedos.

Tenía que emparejar las cosas. Me dio tres tiros, sabía que estaba muerto, así que había que emparejar las cosas.

La mano de Luis llegó al arma. Trémula apuntó. La sangre escurría. Nadie se acercaba. El aire frío parecía un montón de navajas. Jaló del gatillo.

Sabía que estaba muerto. Estaba seguro que no lograría sobrevivir. No entiendo.

Después de que Luis me disparó por última vez, sin atinar, me desmayé y ahora estoy aquí…

No entiendo. Jalé del gatillo, es lo último que recuerdo. No sé donde estoy. ¿Habré matado a Fernando?

4 comentarios:

Ocelotl dijo...

Sr. Cortázar... ya recuerdo este cuento, bien vale la pena un premio. Felicidades y que sigan saliendo historias.

jcdeleon dijo...

ya le he dicho, se agradece la honestidad en las letras, sólo así nos convencemos que vale la pena éste que no es mero pasatiempo, sino compromiso; le felicito, que sigan las satisfacciones. JC.

Yareli dijo...

Me parece una descripción, más que un cuento. Una serie de acciones sin paradero. Entre otras cosas que no mencionaré, te cito: "porque seguirás haciendo lo mismo".

bla dijo...

ehmm temo coincidir con que no me parezca un cuento, me parece más alguna anecdota del Bizarro que otra cosa, se que puedes hacer cosas mejores y por eso hare como que no he leido esto