diciembre 22, 2007

Sintaxis

Sabía que estaba muerto. Tenía dos balas en el estomago y una más en el pecho, casi llegando al hombro. Nade sobrevive a eso. La pregunta era: ¿Podría utilizar las últimas fuerzas para emparejar las cosas?

Antes de desmayarme pude ver que Luis estiraba el brazo para coger su arma.
Como yo caí primero (un costalazo sobre mi hombro derecho que me dolió más que los balazos) mi perspectiva me permitió observar cómo él se hincaba lentamente, miraba sus manos ensangrentadas y en seguida caía de frente, salpicando gotitas de sangre y sudor.
Cerré por un momento los párpados. Nadie se acercaba, sólo había frío y silencio. Me imaginé en una película del viejo oeste. No supe si fueron segundos u horas, pero un movimiento quejumbroso me hizo mirar. La mano de Luis parecía una araña sanguinolenta acercándose peligrosamente a la pistola.

¿Alcanzaría el arma? Y si así fuera ¿tendría fuerzas para alzarla, apuntar y jalar el gatillo? Por su puesto no se quedaría la pregunta en el aire, sino que lo intentaría hasta el último aliento.
Todo fue tan rápido. Caminaba por Donceles de regreso a mi carro después de unas chelas en el Cultural Center. Nos vimos a lo lejos, me gritó: «!Ya valiste madres, pinche traidor!» No tardé en corregirlo: «!Ya valimos! Querrás decir.»

“Ya valimos”, había corregido. Entonces Luis alejó de un empujón a sus amigos. A mí me valieron madres los míos y lo primero que hice fue sacar la pistola. Siete u ocho balazos sumando lo de ambos. Terminamos tumbados a las dos de la mañana a media calle, aun medio pedos.

Tenía que emparejar las cosas. Me dio tres tiros, sabía que estaba muerto, así que había que emparejar las cosas.

La mano de Luis llegó al arma. Trémula apuntó. La sangre escurría. Nadie se acercaba. El aire frío parecí un montón de navajas. Jaló del gatillo.

Sabía que estaba muerto. Estaba seguro que no lograría sobrevivir. No entiendo.

Después de que Luis me disparó por última vez, sin atinar, me desmayé y ahora estoy aquí…

No entiendo. Jalé del gatillo, es lo último que recuerdo. No sé donde estoy. ¿Habré matado a Fernando?

1 comentario:

bla dijo...

es bueno volver a saber de tus tintas hermano (aunque sean digitales)y que la placentera musa de los locos y de los sin dios te cobije en su seno... aunque sea un seno inventado por mi porque ese tipo de musas no existe... deberia pero no
atte
Van